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SOBRE NAPOLEÓN Y SU MUERTE

En Santa Elena, Napoleón pronunció estas palabras: "Esta desafortunada guerra en España era una herida real, la principal causa de las desgracias de Francia. Me embarqué en esta contienda de una manera muy precipitada, lo confieso; Fue un acto injusto y un proceder lleno de cinismo, esta idea se volvió más recurrente hasta que sucumbí”. De 1808 a 1813 nunca logré doblegar la resistencia española cuyas primeras manifestaciones fueron, sin embargo, una advertencia de la determinación de este pueblo de preservar su libertad. Este conflicto supuso un gran desgaste humano (se han estimado unas 300.000 bajas) y económico para Francia. Se calcula que el 10% de las bajas tanto del lado español como el francés ocurrieron durante los dos sitios a la ciudad de Zaragoza, entre el 15 de junio de 1808 y el 21 de febrero de 1809. Esta guerra fue el mayor error de Napoleón; España fue, de hecho, el único país  capaz de resistir al Emperador. En España comenzó el final del imperio napoleónico. 

El 3 de mayo en Madrid, también conocido como Los fusilamientos en la montaña del Príncipe Pío o Los fusilamientos del tres de mayo (Goya)
En 1808, Murat (Mariscal y Gran almirante del Imperio) entra en España con el rango de comandante del ejército y gobernador de Madrid. En tal carácter, vivió como protagonista el Levantamiento del dos de mayo de 1808, una verdadera revuelta popular antifrancesa que Murat reprimirá a sangre y fuego: Ordenó disparar a la multitud que se congregaba ante el Palacio Real y después envió a las tropas que se encontraban fuera de Madrid para que ocuparan la capital y sofocaran el levantamiento. Dio instrucciones para llevar a cabo un castigo ejemplar durante los días 2 y 3 de mayo, incluyendo numerosos fusilamientos sin ningún tipo de juicio.

Murat

Lo que ocurrió después es algo que ya se conoce, y no voy a contarlo aquí: la retirada de Rusia, la isla de Elba,  la épica de los “Cien Días”, la derrota de Waterloo y el exilio en la isla de San Elena. 

Napoleón retirándose de Rusia
Napoléon abandona Elba (Joseph Beaume)

Batalla de Waterloo


Pero antes de comentar sus últimos momentos cabe recordar algunos puntos :

El Emperador Napoleón, fue también el general Bonaparte, el gran general de la Revolución francesa, y siempre fue fiel a las ideales de 1789: liberar a Francia y a los pueblos de Europa del absolutismo monárquico de los Borbones. 


Napoleón cruzando los Alpes, obra de Jacques-Louis David.

El gran escritor francés Stendhal escribió: “En ninguna guerra, con la excepción de la guerra de España, fue el agresor”.


Stendhal

El Código de Napoleón ( Código Civil de Francia ) sirve de base para las leyes de muchos países actualmente. Napoleón escribió en la prisión de Santa Elena: Mi verdadera gloria no está en haber ganado cuarenta batallas; Waterloo eclipsará el recuerdo de tantas victorias. Lo que no será borrado, lo que vivirá eternamente, es mi Código Civil.
El Código de Napoleón
En los países conquistados Napoleón instaura regímenes parecidos a los de la Revolución francesa, que adoptaron constituciones bastante garantistas. Su organizado gobierno logra sacar a Francia del caos en el que estaba sumida durante y después de la Revolución. En suma, Napoleón insertó en los países conquistados las ideas de libertad, igualdad y fraternidad, lema de la futura República francesa.


«Libertad, igualdad, fraternidad», lema de la República francesa.
Las claves del rápido encumbramiento de Napoleón se encuentran en dos pilares fundamentales: su innegable genio militar y su capacidad para sustentar un sistema de gobierno en principios comúnmente aceptados por la mayoría de los franceses. Napoleón fue primero, y ante todo, un estratega, cuyos métodos revolucionaron el arte militar y sentaron las bases de las grandes movilizaciones de masas características de la guerra moderna. Sus ejércitos se convirtieron en máquinas de guerra invencibles, capaces de dominar Europa y de elevar a Francia hasta su máxima gloria. (fuente)



Napoleón en la batalla de Rivoli (1797)
 En la imagen, un joven Napoleón en un cuadro de Antoine Jean Gros, Napoleón tomando el puente de Arcole


El Imperio napoleónic


  • Antes de morir el 5 de mayo de 1821, escribió unas memorias, “El Memorial de Santa Elena”, y otros textos similares, en las que se describió a sí mismo tal como deseaba que lo viese la posteridad.

El Emperador dictando el relato de sus campañas al Conde de Las Cases, en Santa Elena. 
  • La historia aún no se ha puesto de acuerdo ni siquiera en el retrato de su singular personalidad y en el peso relativo de sus múltiples facetas: el bronco espadón cuartelero, el estadista, el visionario, el aventurero y el héroe de la antigüedad obsesionado por la gloria. Convertido en héroe de epopeya por escritores de la talla de Victor Hugo, Balzac, Stendhal, Heine, Manzoni o Pushkin, su leyenda alcanzó la apoteosis en 1840, cuando sus cenizas regresaron a París. (fuente)
Balzac













Heine
Pushkin



















Victor Hugo


Los restos mortales del Emperador Napoleón son llevados hacia su mausoleo en el Hotel de Los Inválidos Litografía de la época.

El 17 de octubre de 1815 Napoleón desembarcó en la isla de
Santa Elena en medio del océano Atlántico, donde fue desterrado por los británicos tras derrotarle en la batalla de Waterloo. La isla pertenecía a la Compañía de las Indias Orientales. 





Napoleón, a bordo del Bellerophon inglés rumbo a Santa Elena, en un cuadro de William Quiller Orchardson
Santa Elena


Falleció en esta isla el 5 de mayo de 1821 a las 5h49 de la tarde. Tenía menos de 52 años.

A partir de 1818, su salud se deterioró seriamente. Se había convertido en obeso, tenía alguna afección hepática y los médicos ingleses lo trataron negligentemente y estas prácticas resultaron perjudiciales para su salud. El 16 de enero 1819 tiene una crisis muy fuerte y desde esa fecha siente un dolor punzante en el lado derecho. 


 Napoleón Bonaparte durante su exilio en la isla británica de Santa Elena

Ultimos días de Napoleón en Santa Elena


Durante la primavera 1821, escribió su testamento (falta, abajo, los siete codicilos que ha dado a su compañero Monthelon) :



“Hoy 15 de abril de 1821 en Loongwood, isla de Santa Helena.


Este es mi testamento o acta de mi última voluntad.


Muero en la religión apostólica y romana, en cuyo seno nací hace más de cincuenta años.


Deseo que mis cenizas descansen en las orillas del Sena, en medio del pueblo francés al que tanto he amado.

No habiéndome dado mi cara esposa María Luisa más que motivos de aprecio le conservo hasta la última hora el más tierno cariño, y le ruego que vigile solícitamente para preservar a mi hijo de las acechanzas de que se ve amenazada su tierna edad.


Recomiendo a mi hijo que no olvide nunca que nació príncipe francés, y que no consienta ser instrumento de los triunviros que oprimen a los pueblos de Europa. Su obligación es no tomar jamás las armas contra Francia ni causarla el menor perjuicio, debiendo adoptar mi divisa: Todo para el pueblo francés.

Muero prematuramente asesinado por la oligarquía inglesa y su sicario: el pueblo inglés no tardará en vengarme.
El fin desgraciado de las dos invasiones que ha sufrido Francia, cuando le quedaban tantos recursos, se debe a la traición de Marmont, Augereau y Lafayette. A todos perdono, y ¡ Ojalá pueda la posteridad francesa perdonarlos asimismo!
Doy gracias a mi buena y muy excelente madre, al cardenal (Fesch) a mis hermanos José, Luciano, Jerónimo, Pailina, Carolina, Julia, Hortensia, Catalina, Eugenio, por el interés y afecto que me han conservado. Perdono a Luis por el libro que publicó en 1820 lleno de falsedades y de documentos adulterados.”
(Sobre el testamento de Napoleon, un articulo (en francés) muy bien hecho aquí)

María Luisa y su hijo Napoleón II




El testamento de Napoleón
Monthelon

En sus últimos días, su preocupación principal fue el destino de su hijo, ex–Rey de Roma y ahora Duque de Reichstad. Napoleón II, (París, 20 de marzo de 1811 - Viena, 22 de julio de 1832), fue hijo de Napoleón y de la emperatriz María Luisa. A pesar de ser heredero de su padre, nunca llegó a reinar. Pasó a la historia con el título que recibió al nacer: Rey de Roma, sus detractores lo llamaron "El Aguilucho" (l'Aiglon). Durante los Cien Días, el Acta Adicional a las Constituciones del Imperio del 22 de abril de 1815 le devolvió al hijo de Napoleón I el título de Príncipe Imperial, pero no el del rey de Roma. A finales de los Cien Días, el 22 de junio, Napoleón I realiza su segunda abdicación en el palacio del Elíseo, que señala: «mi vida política se acaba, y proclamo a mi hijo, bajo el título de Napoleón II, emperador de los franceses». Pero Napoleón II vive entonces en Viena, en manos de su abuelo el emperador Francisco I de Austria. La Cámara de Representantes y la de los Pares, reconocieron la abdicación de Napoleón I y la proclamación de Napoleón II y procedieron a designar un gobierno provisional (Comisión de gobierno) presidido por el Duque de Otranto, y cuatro miembros más. La comisión de gobierno lo designa, en todos sus documentos, como emperador, antes de disolverse el 7 de julio de 1815. Luis XVIII entró en París el 8 de julio de 1815 para reinar allí.

El Aguilucho,Napoleón II, hijo de Napoleón y María Luisa 


El 17 de 1821, Napoleón, en Santa Elena, dictó a Montholon lo que sigue : “Mi hijo no debe pensar vengar mi muerte. Debe disfrutar de ella. Debe mantenerse como yo, Francés hasta la  médula. Todos sus esfuerzos deben apuntar a reinar en paz. [...] He establecido en Francia y en Europa nuevas ideas; que no pueden degradar. Mi hijo debe recoger todo lo que he sembrado. Debe desarrollar todos los elementos de prosperidad que incluye el suelo francés.”

El 28 de abril 1821, le preguntaron sus compañeros :” ¿Que deben ser los principios de comportamiento de sus amigos?” Y contestó :

“El interés de Francia y la gloria de la patria. No veo ninguno otro principio”.


El 5 de mayo 1821, al amanecer, saludó al sol (como lo había hecho Goethe al amanecer de su último día) diciendo: “Buenos días, sol, mi amigo …”. 


Después cayó en una casi-inconsciencia. De sus últimas palabras, solo se entendió: “… a la cabeza del ejercito…”. A las 6H30 de la mañana, puso su cabeza recta, mirando el pie de la cama, con los ojos abiertos, sin decir nada. Se quedó así, hasta su muerte, a las 5h49 de la tarde.


Napoleón en su leche de muerte (Horace Vernet)

La causa de la muerte de Napoleón ha sido disputada en varias ocasiones. Francesco Antommarchi, el médico elegido por la familia de Napoleón y el que le examinó después de morir, estableció el cáncer de estómago como razón de la muerte en su certificado de defunción.

El Dr. Antommarchi (1780-1838) Dibujo de Pedretti.


En la mitad posterior del siglo XX, apareció una teoría diferente según la cual Napoleón fue víctima de envenenamiento con arsénico.



Al reunir todos los informes de la autopsia, parece claramente que la gran úlcera gástrica perforada, bloqueado por el lóbulo izquierdo del hígado no causó la muerte del emperador. El hecho de que Antommarchi ha tenido dificultades para separar la pared exterior del hígado del estómago aboga por un ex fibrosis, que data de varias semanas o meses antes de la muerte. Sin embargo, todos los testigos, los médicos y no médicos describen una mucosa gástrica en mal estado durante prácticamente toda su superficie con un "grupo de úlceras."


La tesis de un envenenamiento con arsénico no parece creíble.  En 2001, Pascal Kintz, del Instituto Forense de Estrasburgo (Francia), añadió crédito a esta teoría con un estudio sobre los niveles de arsénico encontrados en un mechón de pelo de Napoleón conservado después de su muerte: tenían entre 7 y 38 veces más arsénico de lo normal. En 2008, los investigadores analizaron muestras de pelo de Napoleón en todas las épocas de su vida, y también muestras de su hijo y esposa, así como de otros contemporáneos. Por el análisis de activación de neutrones, encontraron que todas las muestras tenían niveles altos de arsénico, aproximadamente cien veces más alto que el promedio. Según los investigadores, el cuerpo de Napoleón estaba ya fuertemente contaminado con arsénico cuando era un muchacho, por lo que concluye que la alta concentración de arsénico en el pelo de Napoleón no era debida al envenenamiento. Durante su vida, estuvo constantemente expuesto al arsénico de materiales como pegamentos y tintes que se usaban en aquella época. Un extenso estudio de 2007 no encontró ninguna prueba de envenenamiento por arsénico en los órganos, tales como hemorragia en la mucosa interna del corazón, y también concluyó que el cáncer de estómago era la causa de la muerte.


Francisco Antonmarchi, el último médico que atendió a Napoleón Bonaparte en Santa Elena, trajo a Cuba esta mascarilla mortuoria

Napoleón había dispuesto en su testamento el deseo de ser enterrado a las orillas del Sena, pero se le dio sepultura en Santa Elena.

Tumba de Napoleón en Santa Elena

En 1840, a instancias del gobierno de Luis Felipe I, sus restos fueron repatriados bajo la cúpula de la iglesia del Hôtel des Invalides, fundado por Luis XIV para acoger a los viejos soldados maltrechos por la guerra en Les Invalides (París). La llegada de los restos de Napoleón fue muy esperada en Francia. Durante su funeral sonó el Réquiem de Mozart.

La Tumba de Napoleón en los Inválidos de París


CONCLUSION DE L'AUTEUR DU BLOG



Napoléon a incarné pour les Français, et incarne encore pour certains d’entre eux, un sommet de la gloire patriotique. Cette gloire s’est traduite par de vastes territoires conquis et des dizaines de victoires militaires. Mais il ne faut pas oublier que chacune de ces batailles a été un massacre horrible, que toute une génération a été sacrifiée pour les besoins de la « Grande Armée ». Ces conquêtes étaient-elles nécessaires ? Ce qui était en jeu c’était non pas la pérennité de la Révolution, qui s’est terminée en 1793 après l’épisode sanglant et inutile de la Terreur, mais les idéaux que la Grande Révolution française a mis en avant. Ces idéaux ont semblé tellement insupportables, ou même incompréhensibles, aux monarchies européennes qu’elles n’ont eu de cesse de mener des guerres d’agression contre la France (avec l’exception fatale de la guerre en Espagne, comme le rapporte Stendhal, cité plus haut). Ces idées devaient être défendues. La preuve en est qu’elles semblent aujourd’hui au monde entier la condition nécessaire (mais non suffisante) de la démocratie.

Or les Bourbons ont trouvé en face d’eux un homme exceptionnel à plusieurs titres.

D’abord car il présente à l’Histoire un visage à deux facettes : il a été, c’est indéniable le grand défenseur, convaincu, des idées révolutionnaires et son Code Civil est une des traductions de ces idées ; mais il a été aussi un Empereur, c’est-à-dire un homme qui recherche la gloire et la prospérité de son Empire, quoi qu’il en coûte. Résister aux agressions était le devoir de Bonaparte. Étendre et prolonger la résistance par la conquête et l’assimilation, sous la coupe française, de peuples indépendants traduit le rêve impérial de Napoléon.

Ensuite car la coalition monarchique s’est trouvé face à un homme d’une intelligence exceptionnelle. Une intelligence qui, bien entendu, s’est exprimée dans ses dons de stratège militaire (et à ce titre il n’est pas inférieur à Jules César ou à Alexandre) mais aussi dans une compréhension parfaite des hommes, dans la juste reconnaissance des mérites et des faiblesses de chacun, dans l’audace de ses décisions diplomatiques. Une intelligence qui s’est manifestée aussi dans d’autres domaines : les mathématiques ou le jeu d’échec (dans la théorie des échecs une ouverture porte son nom « ouverture Napoléon ».

En tant que chef de guerre Napoléon a été exceptionnel. Son seul véritable échec a été, nous l’avons dit, la guerre en Espagne car elle a conduit inéluctablement, par son coût en hommes, en généraux, en perte de temps et en gaspillage de moyens matériels et financiers, à la retraite de Russie. Waterloo est une défaite mais ce n’est pas un échec. Il s’en est fallu de peu que le destin lui donne la victoire. La charge de cavalerie prématurée de Murat, non ordonnée par l’Empereur, a sans doute été un élément décisif de la défaite.

Il est curieux de constater qu’un siècle plus tard, lors de la grande boucherie de la première guerre mondiale, les généraux français ont été aux antipodes de leurs illustres prédécesseurs napoléoniens. Totalement ignorants des réalités du terrain et de la psychologie des soldats, leur stupidité a été sans équivalent dans l’histoire militaire de la France. Une génération de généraux inaptes et insipides est née sur les cendres de Ney, Murat, Lannes, Berthier, Davout et de tant d’autres.

Force est de constater qu’après l’épopée napoléonienne la France (avec l’exception notable du général De Gaule et de la Résistance) est devenue un pion sur l’échiquier mondial. L’ultime sursaut de La Commune de Paris (dont Marx a dit qu’elle « été partie à l’assaut du ciel ») a été réprimé dans un bain de sang.
En hommage aux anonymes qui se sont sacrifiés pour des idées, j’offre ici le tragique et magnifique poème de Victor Hugo sur la retraite de Russie :

« Il neigeait. On était vaincu par sa conquête.
Pour la première fois l'aigle baissait la tête.
Sombres jours ! L’Empereur revenait lentement,
Laissant derrière lui brûler Moscou fumant.
Il neigeait. L'âpre hiver fondait en avalanche.
Après la plaine blanche une autre plaine blanche.
On ne connaissait plus les chefs ni le drapeau.
Hier la grande armée, et maintenant troupeau.
On ne distinguait plus les ailes ni le centre.
Il neigeait. Les blessés s'abritaient dans le ventre
Des chevaux morts ; au seuil des bivouacs désolés
On voyait des clairons à leur poste gelés,
Restés debout, en selle et muets, blancs de givre,
Collant leur bouche en pierre aux trompettes de cuivre.
Boulets, mitraille, obus, mêlés aux flocons blancs,
Pleuvaient ; les grenadiers, surpris d'être tremblants,
Marchaient pensifs, la glace à leur moustache grise.
Il neigeait, il neigeait toujours ! La froide bise
Sifflait ; sur le verglas, dans des lieux inconnus,
On n'avait pas de pain et l'on allait pieds nus. »

Autor del articulo : Maria del Rosario S.

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