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LA CREMACIÓN

La cremación o incineración es la práctica de deshacer un cuerpo humano muerto, quemándolo, lo que frecuentemente tiene lugar en un lugar denominado crematorio. Junto con el entierro, la cremación es una alternativa cada vez más popular para la disposición final de un cadáver.




Las primera cremaciones conocidas sucedieron en la zona del litoral mediterráneo en el Neolítico, pero declinó durante el establecimiento de la cultura semita en esa área cerca del tercer milenio a. C. La cremación fue ampliamente observada como una práctica bárbara en el Antiguo Oriente Próximo, que se usaba solamente por necesidad en tiempos de plagas. Los babilonios embalsamaban a sus muertos y los persas zoroástricos castigaban con la pena capital a todo aquel que intentaba la cremación.

En Europa, hay huellas de cremaciones que datan de los principios de la Edad del Bronce (2000 años a. C.). La costumbre llegó a ser dominante  con la cultura de los campos de urnas (1300 a. C.). En la Edad del Hierro, la inhumación vino a ser nuevamente más común, pero la cremación persistió. Homero acota sobre los funerales de Patroclo, describiendo su cremación y su posterior inhumación en un túmulo similar a los de la cultura de los campos de urnas, siendo calificada como la más temprana descripción de los ritos de cremación (Homero, La Ilíada, Canto XXIII) :

“Delante de la pira mataron y desollaron muchas pingües ovejas y flexípedes bueyes de curvas astas; y el magnánimo Aquiles tomó la grasa de aquéllas y de éstos, cubrió con la misma el cadáver de pies a cabeza, y hacinó alrededor los cuerpos desollados. Llevó también a la pira dos ánforas, llenas respectivamente de miel y de aceite, y las abocó al lecho; y, exhalando profundos suspiros, arrojó a la hoguera cuatro corceles de erguido cuello. Nueve perros tenía el rey que se alimentaban de su mesa, y, degollando a dos, échalos igualmente en la pira. Siguieron les doce hijos valientes de troyanos ilustres, a quienes mató con el bronce, pues el héroe meditaba en su corazón acciones crueles. […]  La diosa Afrodita, hija de Zeus, los apartó día y noche, y ungió el cadáver con un divino aceite rosado para que Aquiles no lo lacerase al arrastrarlo. Y Febo Apolo cubrió el espacio ocupado por el muerto con una sombra nube que hizo pasar del cielo a la llanura, a fin de que el ardor del sol no secara el cuerpo, con sus nervios y miembros. […] Después recogieron, llorando, los blancos huesos del dulce amigo y los encerraron en una urna de oro, cubiertos por doble capa de grasa; dejaron la urna en la tienda, tendiendo sobre la misma un sutil velo; trazaron el ámbito del túmulo en torno de la pira, echaron los cimientos, a inmediatamente amontonaron la tierra que antes habían excavado. “

Pira de Patroclo

La cremación fue común, pero no universal, tanto en la Grecia como en Roma. 
El cristianismo reprobó la cremación influido por los principios del judaísmo. Hacia el siglo V d. C., la práctica de la cremación había desaparecido de Europa.

El movimiento moderno de cremación comenzó en 1873, con la presentación de una cámara de cremación hecha por el profesor paduano Brunetti en una exposición en Viena. La primera cremación en Gran Bretaña tuvo lugar el 26 de marzo de 1886 (ocho años después de la construcción del crematorio) en Woking. 
En 1963 el papa Pablo VI levantó la prohibición de la cremación, y en 1966 permitió a los sacerdotes católicos la posibilidad de oficiar en ceremonias de cremación.

La cremación y la religión

Las religiones del este como el Hinduismo y el Budismo ordenan el uso de la cremación. En dichas religiones el cuerpo es visualizado como un instrumento portador del alma al nacer. De ahí que el cadáver no sea considerado sagrado, desde que el alma lo ha abandonado, y la cremación no tiene una connotación poco ética en las religiones orientales. 

La cremación perdió aceptación con el cristianismo. El desaliento de la Iglesia Católica hacia la incineración, provino de varias ideas:

  • Primero, que el cuerpo, como un instrumento a través del cual se reciben los sacramentos, es por sí mismo sagrado, y debe ser considerado como tal.
  • Segundo, como parte esencial del ser humano, se debe disponer del cuerpo de manera honrosa, y reverencial, por lo que prácticas de este tipo eran visualizadas como paganas y como un insulto al cuerpo.
  • Tercero, como una imitación de la inhumación de Jesucristo, el cuerpo de un cristiano debía ser sepultado.
  • Cuarto que constituía una negación de la resurrección del cuerpo.

En Roma, a medida que el cristianismo se expendía por el imperio (el emperador Constantino instauro oficialmente en Roma la religión cristiana en el siglo IV) no se llevaron a cabo mas cremaciones. Desde entonces la cremación no existió en Occidente hasta el siglo XIX cuando los librepensadores revivieron la práctica para atacar al cristianismo.

El sentimiento intrínseco de la Iglesia Católica contra la cremación se vio endurecido al afrontarse la asociación de esta práctica con las reglas de los "enemigos profesos de Dios", lo cual vino a suavizarse hacia los años 60. Hoy en día, la Iglesia Católica sigue prefiriendo la inhumación , pero la incineración es ahora es libremente permitida, en tanto no signifique un rechazo a la creencia en la resurrección del cuerpo.

Hasta 1997, las regulaciones litúrgicas Católicas, requerían que la cremación tuviese lugar después de una ceremonia funeraria religiosa, de ser posible con el cuerpo presente, que debería recibir la bendición y ser sujeto de oración, mencionando al difunto. Una vez que esta hubiese concluido, el difunto podría ser cremado y un segundo servicio religioso podría asistirse en el crematorio o en el momento de disponer de las cenizas (enterrarlas, esparcirlas o llevarlas consigo). Las regulaciones litúrgicas actuales permiten una misa con el contenedor de cenizas presente, pero se necesita autorización previa del obispo local si es necesario. La Iglesia mantiene los requerimientos específicos para la disposición reverente de las cenizas, siendo estas normalmente sepultadas en un contenedor apropiado, tal como una urna o un ánfora. Sin embargo, la conservación de las cenizas en el hogar o bien, el esparcimiento de las mismas en algún lugar de importancia para la persona fallecida, se practican cada vez con más frecuencia en hogares católicos alrededor del mundo. Los cementerios Católicos hoy en día reciben restos cremados en nichos especiales llamados columbarios y habilitando patios especiales donde se pueden enterrar las cenizas.

La Iglesia Protestante, por su parte, fue más concordante con el uso de la cremación, sin embargo el sentimiento pro-cremación no fue del todo unánime entre los seguidores de esta religión. De todas formas, el dispersar las cenizas es una práctica aceptable en muchas denominaciones protestantes, y algunas iglesias tienen su propio "Jardín del recuerdo", donde los restos pueden ser dispersados o enterrados.

Más notable es la prohibición que mantiene la Iglesia Cristiana Ortodoxa, salvo excepciones que son consideradas inevitables. La cremación es considerada un rechazo general al concepto de resurrección, y como tal es visto severamente.

El Judaísmo ha rechazado tradicionalmente a la cremación. De la misma forma también ha desaprobado la conservación del muerto por medio del embalsamamiento y la momificación . Durante los siglos XIX y XX tempranos, los cementerios judíos, en muchas ciudades europeas habían llegado a su límite poblacional, razón por la cual este procedimiento fue aceptado como un medio de entierro entre los judíos liberales. Los movimientos liberales actuales, como la "Reforma al Judaísmo", siguen apoyando a la cremación, aunque la inhumación permanece como la opción preferida. También la memoria del Holocausto, donde millones de judíos fueron asesinados, y sus cuerpos fueron dispuestos quemándolos en hornos crematorios, o en fosas ardientes, le ha dado a la cremación connotaciones muy negativas para el Judaísmo Ortodoxo.

Proceso de cremación

El proceso de la cremación tiene lugar en el llamado crematorio. Consiste de uno o más hornos y utillaje para el manejo de las cenizas. Un horno de cremación es un horno industrial capaz de alcanzar altas temperaturas (de aproximadamente 870 a 980 °C), con modificaciones especiales para asegurar la eficiente desintegración del cuerpo.


El crematorio puede formar parte de una capilla o una agencia funeraria, o también puede ser de una construcción independiente o un servicio provisto por un cementerio.

La cámara donde el cuerpo es colocado es llamada retorta, y está construida con ladrillos refractarios que ayudan a retener el calor. Estos ladrillos requieren ser reemplazados cada 5 años debido a que la continua expansión y contracción causada por el ciclo de temperaturas suele fracturarlos.

Los hornos usan un número diverso de fuentes combustibles, tales como el gas natural o el propano. Los modernos hornos crematorios incluyen sistemas de control que monitorizan las condiciones bajo las cuales la cremación tiene lugar. El operador puede efectuar los ajustes necesarios para proveer una combustión más eficiente, así como de asegurarse de que la contaminación ambiental que ocurra sea mínima.

Un horno crematorio está diseñado para quemar un solo cuerpo a la vez. 

En los crematorios se permite a los familiares ver la introducción del ataúd dentro del horno y a veces esto se hace por razones religiosas, por ejemplo la cultura hindú; sin embargo, a pesar del respeto con el que el difunto es tratado, esto es fundamentalmente un proceso industrial, y no es recomendable para las personas sensibles.

La caja que contiene el cuerpo es colocada en la retorta e incinerada a la temperatura de 760 a 1150 °C. El proceso completo toma al menos dos horas.

Protocolo publico de una cremación (en España)

Una vez que los familiares han llegado a la persona fallecida, y tras el culto, religioso o no, se procede al ritual previo a la cremación en una estancia llamada “sala del adiós”, habilitada con una serie de sillas que rodean al féretro. Esta ceremonia, que representa el ultimo adiós suele ser mas intima, participando solo los familiares y allegados más directos.


Tras el ritual, la persona responsable de los actos celebrados avisa a las trabajadores del cementerio en el momento oportuno para irrumpir en la sala y retirar el féretro camino ya hacia los hornos crematorios.

Tras la finalización de la incineración y una vez hecha la limpieza, teniendo solo en el horno los trozos de hueso, estos son depositados en una maquina, el cremulador que se dedica a moler y pulverizar los huesos hasta reducirlos a fragmentos finos y homogéneos. La operación en el cremulador suele tardar entre 5 y 10 minutos, y de esté se consiguen las cenizas que van a ser colocadas en la urna que se entregara a los familiares.

La urna, generalmente, suele sellarse con lacre, una pasta solida elaborada con laca y trementina coloreadas que se emplea derretida de para cerrarla.

Protocolo técnico (en España)

Identificación del difunto.
Verificación de la documentación.
Verificación de la inexistencia de impedimentos para la cremación.
Extracción de marcapasos.
Verificación de inexistencia de contaminación radioactiva o de que el cadáver es portador de radioelementos.
Preparación del ataúd.
Eliminación del vaso de zinc.
Eliminación de herrajes y otros elementos metálicos.
Eliminación del cristal.
Verificación de la inexistencia de elementos extraños.
Cremación.
Extracción de cenizas.
Enfriamiento de cenizas.
Procesado de cenizas.
Envasado de cenizas en la urna cineraria.



Autor del articulo : Maria del Rosario S.

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