El trabajo de un tanatopractor es de preparar y conservar cuerpos fallecidos, es decir cadáveres. Pero el cadáver de un ser humano no es un objeto. Un ser humano queda humano cuando muere. Con él se va un parte de la humanidad. Una pequeña parte refiriéndose a la población global de la planeta ; pero grandiosa si piensas a la suma de dolores y de felicidades, de esperanza y de dudas que fueron su vida ; que sea parte de Dios, del demonio o del azar.
¿Que nos queda? Algo que será polvo, que regresara al polvo y que, por cierto, participara a cualquiera forma de vida.
El tanatopractor tiene en sus manos algo que fue un hombre y que sigue siendo un hombre. No importa que sea la parte más inerte del ser vivo. Lo que importa es que es parte de un ser humano; que en todo este cuerpo la vida ha dejado los rastros de la humanidad. Por lo tanto, a un cadáver se debe la misma consideración que la que debemos a una persona puesta en un estado de coma.
Es cierto que un tanatopractor corta, inyecta, vacía ; no lo hace como lo haría un cirujano que espera salvar una vida, pero con todo el respeto debido a alguien que es, todavía, una persona viva.
Decir eso significa tres cosas.
La primera NO puede aprenderse en los cursos. Se trata del respeto. Y el respeto es algo que no se negocia; el respeto es intuitivo y categórico, o no es. Que sea con una persona viva o fallecida. El respeto es el sentimiento de la profundidad de la convivencia que existe entre los seres humanos.
Por el tanatopractor, el respeto es de hacer caso de la persona fallecida como lo haría (o lo debería hacer) si estuviese viva : no hacer caso, de ninguna manera, de la inteligencia o de la ignorancia, de la situación social o profesional del difunto, que sea un anónimo o una persona de alto rango. Ni tampoco de la raza o de la religión. Es lo mismo para una persona viva que fallecida.
Sin embargo, no somos tan ignorantes, hasta el punto de obviar que una persona anónima, en la vida como en la muerte, no es considerado igual a un hombre cargado de altas responsabilidades. Eso es, parte, una cuestión de convenios sociales y por otra parte una cuestión psicológica característica de la persona que actúa. De este punto de vista cada uno tiene su propia sensibilidad, es decir que cada uno es más o menos atraído por la notoriedad de los otros, vivos o fallecidos.
La secunda cosa importante es que la muerte de un familiar querido es un momento de gran angustia, durante lo cual la familia y los amigos no tienen siempre las ideas claras.
Por desgracia, la naturaleza humana es tal que existen compañias que pueden aprovecharse de esta situación y proponer servicios de bajo nivel profesional con costes desorbidantes. Para luchar contra estos abusos existen leyes, decretos o reglamentos que tratan de imponer un servicio de calidad.
Pero, como sabemos, a veces, no se presta un servicio con respeto, honestidad, ayudando a las familias en un momento tan doloroso, y evitando añadir mas dolor al que ya tienen.
Además en España existen, de hecho, tres niveles de competencia por estos asuntos : el nivel nacional, el nivel de las comunidades y el nivel de los municipios. Es decir (lo digo con un poquito de exageración) que cada uno hace, más o menos, "lo que le da la gana".
Podemos también añadir que, por motivos legítimos y que no hay que discutir, estos leyes, decretos y reglamentos son destinados, no exclusivamente pero principalmente, a la protección de la salubridad pública y a las condiciones de higiene de los trabajadores del sector.
La tercera cosa importante es la manera de tratar los cuerpos. Si es técnicamente posible el cadáver debe presentar, por lo menos en la cara, el aspecto que hubiera tenido vivo. Hay que hacer todo lo que se pueda. Aquí es el papel de las practicas de tanatoestética que son también parte de la Tanatopraxia : maquillaje, peinado, etc.
No se trata solo de lo que ven los familiares cuando se termina el trabajo de los tanatopractores, sino también de lo que ellos no ven durante este trabajo : la manipulación del cuerpo con todo el respeto debido, la decencia necesaria, la conservación de cada órgano interno en su sitio, los condiciones de transporte, etc.
El trabajo de un verdadero tanatopractor es algo que necesita muchos años de estudios, un alto nivel de conocimiento en anatomía, química …y también en psicología.
¿Que nos queda? Algo que será polvo, que regresara al polvo y que, por cierto, participara a cualquiera forma de vida.
El tanatopractor tiene en sus manos algo que fue un hombre y que sigue siendo un hombre. No importa que sea la parte más inerte del ser vivo. Lo que importa es que es parte de un ser humano; que en todo este cuerpo la vida ha dejado los rastros de la humanidad. Por lo tanto, a un cadáver se debe la misma consideración que la que debemos a una persona puesta en un estado de coma.
Es cierto que un tanatopractor corta, inyecta, vacía ; no lo hace como lo haría un cirujano que espera salvar una vida, pero con todo el respeto debido a alguien que es, todavía, una persona viva.
Decir eso significa tres cosas.
La primera NO puede aprenderse en los cursos. Se trata del respeto. Y el respeto es algo que no se negocia; el respeto es intuitivo y categórico, o no es. Que sea con una persona viva o fallecida. El respeto es el sentimiento de la profundidad de la convivencia que existe entre los seres humanos.
Por el tanatopractor, el respeto es de hacer caso de la persona fallecida como lo haría (o lo debería hacer) si estuviese viva : no hacer caso, de ninguna manera, de la inteligencia o de la ignorancia, de la situación social o profesional del difunto, que sea un anónimo o una persona de alto rango. Ni tampoco de la raza o de la religión. Es lo mismo para una persona viva que fallecida.
Sin embargo, no somos tan ignorantes, hasta el punto de obviar que una persona anónima, en la vida como en la muerte, no es considerado igual a un hombre cargado de altas responsabilidades. Eso es, parte, una cuestión de convenios sociales y por otra parte una cuestión psicológica característica de la persona que actúa. De este punto de vista cada uno tiene su propia sensibilidad, es decir que cada uno es más o menos atraído por la notoriedad de los otros, vivos o fallecidos.
La secunda cosa importante es que la muerte de un familiar querido es un momento de gran angustia, durante lo cual la familia y los amigos no tienen siempre las ideas claras.
Por desgracia, la naturaleza humana es tal que existen compañias que pueden aprovecharse de esta situación y proponer servicios de bajo nivel profesional con costes desorbidantes. Para luchar contra estos abusos existen leyes, decretos o reglamentos que tratan de imponer un servicio de calidad.
Pero, como sabemos, a veces, no se presta un servicio con respeto, honestidad, ayudando a las familias en un momento tan doloroso, y evitando añadir mas dolor al que ya tienen.
Además en España existen, de hecho, tres niveles de competencia por estos asuntos : el nivel nacional, el nivel de las comunidades y el nivel de los municipios. Es decir (lo digo con un poquito de exageración) que cada uno hace, más o menos, "lo que le da la gana".
Podemos también añadir que, por motivos legítimos y que no hay que discutir, estos leyes, decretos y reglamentos son destinados, no exclusivamente pero principalmente, a la protección de la salubridad pública y a las condiciones de higiene de los trabajadores del sector.
La tercera cosa importante es la manera de tratar los cuerpos. Si es técnicamente posible el cadáver debe presentar, por lo menos en la cara, el aspecto que hubiera tenido vivo. Hay que hacer todo lo que se pueda. Aquí es el papel de las practicas de tanatoestética que son también parte de la Tanatopraxia : maquillaje, peinado, etc.
Siempre la persona fallecida, tenemos que acondicionarla, darle el aspecto lo más posible al que ha tenido durante sus últimos años de vida. Debe dar una impresión de serenidad, para que los familiares guarden una última imagen de paz, descanso, serenidad.
No se trata solo de lo que ven los familiares cuando se termina el trabajo de los tanatopractores, sino también de lo que ellos no ven durante este trabajo : la manipulación del cuerpo con todo el respeto debido, la decencia necesaria, la conservación de cada órgano interno en su sitio, los condiciones de transporte, etc.
El trabajo de un verdadero tanatopractor es algo que necesita muchos años de estudios, un alto nivel de conocimiento en anatomía, química …y también en psicología.
Autor del articulo : Maria del Rosario S.
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