Es curioso que, en español, la palabra “esposa” (singular) signifique la mujer (como persona casada), sino también (en plural) el dispositivo de seguridad diseñado para mantener juntas las muñecas de un individuo.
La palabra “esposa “o” esposo” proviene de la palabra griega “spendo” que designaba inicialmente la costumbre de beber una copa de vino en honor de un dios cuando se sella un acuerdo con un comerciante.
Con el tiempo, la palabra tuvo un significado más amplio y designó el ritual que acompañó cualquier tipo de contrato o promesa. De allí surgió una deriva lingüística a la palabra latina “sponsus”, que designa a una persona con la que uno tiene un compromiso.
Es de sponsus que vino entonces las palabras francesas “époux”, “épouse”, o las palabras españolas “esposo” y “esposa”.
En cuanto a esposas (dispositivo de seguridad) algunos autores afirman que ya no es aceptada por la RAE en su diccionario. No es verdad: el diccionario de la RAE indica: Esposas = pareja de manillas unidas entre sí con las que se aprisionan las muñecas de alguien. De todos modos, no parece que hay una etimología particular para esposas, que no sea en sentido figurado que denota que un hombre (o mujer) casado (a) no sea libre.
¿Es una persona casada libre? Desde la perspectiva del derecho en las sociedades occidentales, los derechos del marido y de la mujer son iguales, excepto que, para ambos sexos, el adulterio, u otros motivos que contravienen el pacto legal son motivos aceptables para el divorcio.
Desde un punto de vista moral, o, para decirlo más simplemente, desde el punto de vista de la vida diaria, el esposo (o esposa) es libre si existe un voluntario y aplicado pacto de confianza implícita. No es necesario recurrir a argumentos legales. La confianza, es decir, la certeza de la ausencia de dudas y mentiras, es algo que se construye cada día y debe mantenerse. En esta área, cualquiera error puede ser definitivo. No se trata solo del riesgo de perder a un ser querido. Se trata sobre todo del respeto que debemos a la persona con quien vivimos. Se trata de esta sustancia necesaria (pero desafortunadamente no suficiente) que llamamos amor.
Autor del articulo : Maria del Rosario S.
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